miércoles, 5 de septiembre de 2007

Saltar la circunstancia

Soy de esa gente extraña que encuentra un increíble gozo al entender y explicar lo trivial, lo evidente y lo necesario, los por qué y cómo, no de grandes asuntos sino de los pequeños detallitos cotidianos. Buscar causas es para mi un pasatiempo lúdico en el que por lo general encuentro menos respuestas y más quintas patas de gato, porque también me place de manera masoquista el complicarme la vida.

Pensar en el presente y escrutar solo un poco el pasado no puede hacerle daño a nadie, después de todo a eso llaman experiencia ¿Pero quién lo hace? ¿Quién se detiene un momento entre tanta velocidad para revisarse a sí mismo, para vaciarse los bolsillos y rendirse cuentas?

Es simple, según Ortega y Gasset, filosofo madrileño que vivió de 1883 a 1955, el mundo, la circunstancia o la naturaleza, que a fin de cuentas son lo mismo, no es otra cosa que un sistema de facilidades y dificultades (1939).

Fácil: lápiz, papel, una columna de pros y otra de contras. Yo lo hacia de niña para escoger novio ¿Por qué no seguirlo haciendo para “seguir escogiendo” todo el tiempo la vida que quiero? Al resultado entre pros y contras se le puede llamar “caer en cuenta” o conciencia. Caer en cuenta en qué está uno en éste momento, hacia dónde va, a dónde se quiere ir.

Siglo pasado y ya Ortega y Gasset lo tenía todo claro, nos llamaba el hombre programático. El hombre programático no es otro que el que depende de sus herramientas tecnológicas para vivir. Conste que en la época el autor considera tecnología a una piedra utilizada como martillo, y después de todo tiene razón, pues técnica y tecnología es aquello que se hace para mejorar la propia circunstancia en el mundo: techné, sólo que ya estamos en un nivel de sofisticación tal que si no es Bluetooth, Wifi y HD no se entiende y se está en la prehistoria. Pero del pasado todavía hay mucho que aprender para comprender el presente, o al menos intentarlo.

Ortega y Gasset describe que objeto de sus consideraciones en su libro Meditaciones sobre la técnica (1939): es el hombre. Aquel que apareció en el mundo y aún se busca a sí mismo en el mismo lugar que habita. El que mira lo que vio.

El libro de Ortega parece una novela de aventura donde primero ubica al hombre ante la adversidad que el mundo representa siendo una amenaza: hambre, intemperie, ser la comida de otro, etc. y yo imaginándome un millón de años antes de Cristo con todo y Rachel Welch. Al ser humano no le queda otra que subirse o encaramarse, resolver ese estado angustioso frente a un mundo agresor ¿Ha cambiado ahora? ¿El mundo dejó de ser un reto?

Aquí un datazo de Ortega: proveerse de alimento y protección no es la vida del ser humano, no es su circunstancia. Es bueno tenerlo en cuenta sobre todo cuando trabajamos en un sitio que detestamos, pero igual hay que llevar la quincena a casa para el mercado y el alquiler. Para Ortega esto es sólo la realidad, pero la realidad no basta para definir a una persona. Punto para los esquizos, con todo respeto.

Para Ortega y Gasset la primera decisión del hombre es vivir, el hombre quiere vivir, no está obligado y no lo hace sólo porque sí como cualquier otro animal por instinto. La decisión emerge de la voluntad y no de los instintos. Este pensador pues debe haber considerado que si alguien está muy incómodo en la vida pues… allí está a puerta, por así decirlo.

Voluntad vs Realidad, estas son las dos dimensiones de la circunstancia orteguiana. La realidad no existe independientemente de las personas. Aunque existe de un modo antagónico, este modo es la condición que le imprime la conciencia humana. Conciencia es para Gasset el advertir y ocuparse. Advertir y ocuparse es como estar despierto y lúcido, saber la gran parte del tiempo que se está vivo y viviendo, énfasis en verbo y presente.

Al advertir y ocuparse, al estar conciente, uno se pone en relación con lo otro, los otros, los demás y define ciertas pertenencias y límites: Ésta es mi vida, ésta es mi cultura, ésta es mi ciudad, ésta es mi situación.

Yo, que es la forma primigenia de conciencia, se define como soy fulano de tal: porque mi mamá decidió ponerme fulano ya que mi papá se llamaba de tal. Yo soy: una religión, una nacionalidad, una profesión, una descripción, etc. porque hay un sentido de pertenencia entre la persona y algo. La persona siempre está en relación con algo: costumbres, educación, tradición, familia, sociedad, etc que está en el pasado y constituye el presente.

La facultad de ponernos con, es decir en relación, es racional, y tiene una función inherente que es el bienestar. La razón nos impele a estar bien, estar de modo que nos sintamos satisfechos con tal o cual persona, cosa o situación.

No hay nada que constituya el yo de manera aislada ni mucho menos por generación espontánea, original e inédita. El yo viene precedido de un cúmulo de cosas, nociones, situaciones y emociones, así que acéptalo te pareces a tú mamá.

Este estar bien es totalmente subjetivo. Es decir la paleta de opciones es tan variopinta como personas respiran en este momento. La subjetividad es la característica que hace de un yo un asunto distinto al concepto abstracto y universal “ser humano”.

La subjetividad recrea y da forma a la manera en que el dato, que es el mundo, nos afecta. Sí la razón nos pone en relación, la subjetividad otorga el matiz afectivo a la relación. Matiz que determina las respuestas y los modos en que la persona actúa ante lo exterior y lo interior.

El estado subjetivo de permanente transición de la satisfacción a la insatisfacción, y viceversa, porque es un ir y venir, es lo que se llama circunstancia o mundo compartido con otros yo que intervienen unos con otros creando lo que creemos es la realidad o intersubjetividad.

De cierta manera la voluntad queda sujeta a la subjetividad, pues es la subjetividad la que da a la realidad su carácter amenazante o amigable, la que indica lo que es posible y lo que no, es la que determina los objetos de los deseos y a su vez las acciones (técnica) para alcanzarlos. La subjetividad interviene en la elección de los medios de la razón para alcanzar la satisfacción.

Hay además un tercer término que define la noción de circunstancia en Ortega y Gasset: el tiempo. El tiempo es donde se instala el ser humano. Desde una perspectiva puede llamársele época, desde otra más cercana se le llama edad, y desde una inmediata: hora.

Escribe el autor en la obra mencionada que el ser humano es “Un ente cuyo ser consiste, no en lo que ya es, sino en lo que aun no es, un ser que consiste en aun no ser.” ¿Duro no? Da como un poco de angustia y todo.

Entonces el ser humano, tu y yo, somos cada uno algo por hacer, un proyecto de si mismo, y el factor determinante es el tiempo, pues el proyecto tiene que cumplirse antes de que se le acabe el tiempo, es decir antes de morir. No menos angustiante, ¡gracias Ortega!

Retomando: La realidad es lo que concibe la conciencia, la conciencia se constituye de relaciones. La conciencia crea un estado a partir de los datos que obtiene al evaluar el proyecto llamado uno mismo. El proyecto constituye la situación temporal, ocurre en el presente recurriendo al registro de lo que llamamos pasado y proyectándose en una necesaria fantasía que llamamos futuro.

La famosa frase de Ortega y Gasset yo soy mi circunstancia, que por cierto está tergiversada e incompleta, intenta expresar lo que es la vida. Vida como infinita gama de posibilidades que se encarna en un yo con el constante deber de la repotenciación y la constantemente en realización de proyectos que se conciben en función del propio bienestar.

La cita correcta y completa del autor es Yo soy yo y mi circunstancia si no la salvo a ella no me salvo yo, y lo que quiere es dar a entender que la circunstancia o el mundo es algo distinto a uno, que sin embargo complementa y coopertenece. Salvar la circunstancia, significa “saltarla”, superar la circunstancia y a su vez superarse uno mismo. El asunto es que cuando saltas la circunstancia presente, se convierte de inmediato en circunstancia pasada y pasa a estar en una nueva circunstancia que saltar. ¿y si se acaban las circunstancias? Pues se acaba uno porque uno es con (y) la circunstancia, entonces el propio deber inventarnos una circunstancia que saltar. Y así hasta que la muerte nos separe. A Ortega y Gasset como que no le parecía eso del ocio.

Si la circunstancia o mundo en Ortega se refiere a la vida humana, y según él mismo la vida humana es distinta del ser humano, concluye que cada ser humano tiene que hacer su vida propia vida.

Hacer suya su vida (hacer mía mi vida) con visiones particulares (subjetivas) que constituyen planes y proyectos. Para realizar estos proyectos cada persona tiene que ser con su circunstancia, es decir trabajar las dificultades y facilidades que se le presentan, adaptándose y superando en la medida de sus posibilidades. Así que anímate y sigue saltando de circunstancia en circunstancia, que así es como se lleva a cabo el autoproyecto yo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Asi como la necesidad del drama surgen las circunstancias por vencer, las vayas que saltar que segun con el ojo que se vea se determina que tan altas son.

Yo por el yo, circunstancia por circunstancia, hasta que se le acabe la arena al reloj.

Yimmi Castillo dijo...

Tu proyecto tú, o tu yo aún no logrado puede ser Profesora de Filosofía... no te llama la atención?
Te explicas mejor que mi profesor en la ECS, lo cual es mucho decir tratándose del "erudito" David de los Reyes.
Tu texto me recordó los últimos capítulos del animé Evangelion" y todo el caos filosófico que sufrió Shinji dentro del caos externo que significaba ser co-responsable del fin del mundo.
Tremendo texto... en serio.

Anónimo dijo...
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krina dijo...

Sabes que cuando hace unos pocos años comencé a acercarme a las letras en castellano pensé que Ortega y Gasset eran dos personas?
Es cierto hermanita que lo explicas muy bien. Nunca tuve un autoproyecto yo, pero es cierto que la vida (mi vida) se parece bastante a esos saltos que describes