viernes, 25 de enero de 2013

Liderazgo influido por las redes sociales



Creo que las redes sociales nos ayudan a hacernos mejores líderes.


Más allá del síndrome de desperdicio de tiempo en Facebook y la espiral infinita a la que nos puede llevar el exceso de información en la Web, estoy convencida de que las redes sociales nos han convertido en personas capaces de interactuar mejor con otras personas, fuentes, medios e información de una forma más ágil e inteligente, inclinándonos a desenvolvernos en entornos creativos y constructivos.

Las redes sociales nos han obligado a aprender a separar la paja del grano. Somos más agudos al detectar en las pocas palabras de un título, si la información que se nos ofrece es de interés o no. El efecto que tiene esto en nuestro inconsciente es que somos más eficientes y económicos al comunicar nuestras propias ideas. Las redes sociales nos han enseñado el valor de ser asertivos.

En un mundo de inmediatez, donde la información es demasiada, atinarle a la cosa es un valor imprescindible para el liderazgo personal. Hemos aprendido a rechazar la autoridad impuesta por que sí y a ser más críticos con los datos que nos llegan y el conocimiento que adquirimos y compartimos.

Esta asertividad nos posiciona entre nuestros pares y colegas como personas dignas de confianza y convincentes. Nos facilita las posibilidades de persuadir y colocar nuestras ideas o productos en un campo o mercado. Las redes sociales nos han hecho mejores vendedores de nosotros mismos.

A fuerza de empaparnos en la corriente de las redes sociales somos líderes más flexibles con las normas y más dispuestos a romper con paradigmas, buscamos información de una forma activa para orientarnos y estamos mucho más dispuestos a aceptar nuevas ideas e innovar por nosotros mismos. Con las redes sociales aprendimos a abarcar más y a establecer relaciones de valor.

Uno de los paradigmas rotos por las redes sociales es precisamente el del liderazgo

El poder de la influencia ya no se concentra  en un líder formal, impuesto, jerárquico y  preestablecido, ahora este ‘poder’ está en constante movimiento y pasa de una persona a otra según su influencia en un campo, durante un tiempo. De esta misma forma se debilitan, precipitándose a la extinción, los símbolos tradicionales de poder y estatus. Las redes sociales han impuesto un liderazgo distribuido, un liderazgo verdaderamente democrático, que no es permanente, que se apoya en una inteligencia colectiva, en una red de colaboración y en la implicación por proyectos.

Bajo la influencia de las redes sociales ahora somos gestores de participación: colaboramos, enseñamos y aprendemos. Somos líderes.

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